
Nuestro Señor conocer perfectamente nuestra natural temor ante las cosas que desconocemos, ante el futuro incierto, ante situaciones que nos desbordan. Para estas situaciones de vida, el Resucitado sigue diciéndonos con dulzura: "no teman".
EL creyente tiene la certeza de que el Resucitado camina con su Pueblo. Sabe además que la mirada tierna del Padre está fija sobre sus fieles, como lo asegura el salmo, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en tiempos difíciles.
Que ninguna inquietud reine entonces en nuestro corazón. No demos lugar al temor. Creamos profundamente en el misterio pascual de Jesús, el cual se realiza en nosotros también por la fe.
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