En el Evangelio proclamado en este fin de semana se nos ha ofrecido un pasaje dedicado particularmente para quienes son discípulos de Cristo. Se refiere a una dimensión de vida comunitaria cristiana como es la corrección fraterna.
Es verdad que con cualquier otro ser humano podríamos vivir esta dimensión de la vida cotidiana: todos, en efecto, tenemos en común el ser "hermanos en lo humano". Y como tales, hay como una co-responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros. Si no fuera por la deuda del amor y el cariño, al menos por el respeto de nuestro ser "hermanos en lo humano". De esta manera, nos resulta particularmente urgente indicar a quien va por mal camino advertírselo y que luego nuestro prójimo que decida qué hacer con su vida.
En cambio, entre cristianos, la motivación es ganar al hermano y ayudarlo desde la oración para que pueda alcanzar la Gracia que necesita para poder avanzar en su camino de santidad.
Demos gracias a Dios de la doble bendición que significa ser corregido: que alguien que nos cuida y que podemos pedirle que ore junto a nosotros para pedir a Dios lo que necesitamos
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