Con estas palabras del salmo, quiero expresar lo que significa hoy para mí ser portador del inmenso e inmerecido don que significa ser sacerdote.
Ser sacerdote no viene definido tanto por lo que estás calificado para "hacer" por Dios y para los demás sino más bien por lo que "eres" delante de Él y para su Pueblo.
Ser sacerdote hoy, para mí, es haber recibido un don glorioso, cuya densidad en lo referido a la santidad de Dios convive con el contraste de mi pobre humanidad. Quiera Él que su gloria se transparente cada vez más en las hilachas de mi fragilidad
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