Con la parábola de las diez jóvenes a la espera del esposo, Jesús nos enseña sobre los misterios del Reino de Dios, es decir, de la misteriosa Presencia de Dios que vive en medio de nosotros.
Con las realidades de unas bodas como en las que su tiempo y en su tierra se hacían, el Maestro nos advierte sobre la necesidad de mantener con reservas de aceite fresco las lámparas de nuestra fe y nuestra esperanza. Reserva de sabiduría luminosa que es intransferible y que solamente se puede adquirir en la comunión personal con Dios.
Estamos ante un cambio epocal. Se acerca también un nuevo tiempo de la liturgia. Termina un tiempo y comenzará otro. Se avecina un tiempo nuevo sobre la Humanidad y sobre la vida de la Iglesia.
Cuando finaliza un tiempo, es muy conveniente no dejar "asuntos pendientes", aprender a vivir de la reserva y disipar la nostalgia con la esperanza del tiempo nuevo que viene.
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