Vivir así es vivir bajo el Señorío de Cristo, quien se ocupa de nuestras necesidades mientras administramos lo que Él nos confió.
A su señorío se contrapone el de Mammona (el "dios" dinero). No podemos vivir para dos señores.
Sólo uno de ellos tendrá nuestra atención y servicio.
Servir a Mammona supone perder la libertad, caer en la opresión, inquietarse del futuro incierto.
Notamos que estamos atados al dinero si no podemos descansar bien de noche, ya sea porque hay deudas que pagar o porque -por pura ambición- nos afanamos por acaparar más cosas materiales.

Jesús nos libera de tales ataduras a través de la invitación en la confianza absoluta en su Padre Dios, providencia delicada y fuerte para sus seguidores y creyentes. Dios es realista y nos invita a vivir ocupados en las aflicciones propias del presente, en vez de sobresaltarnos por el futuro (porque de eso, se encarga Él)
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