
Dios conoce nuestras más profundas necesidades. ¿Las conocemos también nosotros? ¿Tenemos clara consciencia de qué cosa estamos necesitando en este momento de nuestra vida?
Tener necesidades e ignorarlas puede costarnos la vida, incluso la vida interior, la vida espiritual. Tener necesidades e intentar saciarlas con cosas extrañas (vicios, vínculos indebidos, pasiones desordenadas, etc) podrían contaminarnos o desviarnos de los propósitos de Dios y de la verdadera plenitud.
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