Jesús explica una vez más a aquellos quienes lo irían a crucificar qué cosa es el Reino de Dios. Se lo explica usando el lenguaje de parábola usando un símbolo de fiesta como lo es un banquete de bodas. Con ello les advierte que, por haberse negado a la invitación, quedarán fuera de esa fiesta y que otros vendrán a ocupar su lugar.
Nosotros somos los nuevos convidados de ese banquete.
Dios nos invita cada día al banquete suculento de su Presencia, de su comunión y de los dones que Él dispensó para que no nos falte nada para adquirir la plenitud de la salvación.
Como se pide a todo convidado de una fiesta, Dios nos pide que aceptemos la invitación, que acudamos al banquete y que gocemos de todo lo que Él ha preparado.
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