Unos emisarios de los enemigos de Jesús se acercaron a Él para ponerle una trampa. Intentaban sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones para desacreditar su enseñanza y para ponerlo en apuros incluso delante de la autoridad nacional. Con palabras de halago y de reconocimiento comienzan su saludo para terminar con una pregunta tramposa: "¿Es lícito pagar los impuestos o no?"
El Maestro les responde severamente, llamándoles "hipócritas". Una palabra muy fuerte, pero describe muy fuerte la falta de sinceridad de esa gente y que deja en evidencia su actuar de dobles intenciones. En efecto, la palabra hipócrita está emparentada con "la máscara de teatro" que los griegos usaban para sus actuaciones. Con esta palabra, Jesús les señalaba como verdaderos actores de teatro: actuaban para no mostrar su verdadero propósito.
También nosotros podemos caer en la hipocresía cuando, en vez de atender la crisis personal o social, nos ponemos como un máscara fingiendo que todo está muy bien.
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