Jesús vuelve a su casa de evangelización en Cafarnaúm para continuar con su predicación. Allí ocurrirá una de las escenas más conmovedoras que nos transmiten los Evangelios: cuatro amigos traen a la presencia de Jesús un paralítico descolgando la camilla por un agujero abierto por el techo.
La fe de esos hombres admira al Señor.
Nada se dice de la fe del paralítico, quien más bien es una figura completamente pasiva en el relato (ni siquiera es capaz de pronunciar un saludo, un pedido, una queja...). "La fe de esos hombres" parece más bien referida a los amigos del paralítico. Una fe que, por amor al compañero, fueron capaces de hacer hasta un locura con tal de ayudarle a encontrarse con Dios para superase la parálisis en que vivía.
Felices los que cuentan con amigos así. Felices los que aprendieron a cultivar sanos vínculos de amistad.
Felices quienes se dejan ayudar por los amigos.
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