PADRE EDUARDO SILIO

Presbítero católico de Quilmes, párroco de San José y Santa Cecilia, parte de la Comunidad SBC

domingo, 12 de febrero de 2012

MISERICORDIA QUE SANA

Después de haber realizado tantas sanaciones y liberaciones a favor de una multitud de personas en la puerta de la ciudad, resulta llamativo que Jesús ordenase al leproso que sanó a que no divulgara el acontecimiento de su curación sino que se presentara a un sacerdote para dar el testimonio estipulado por la Ley de Moisés. Ciertamente esto tenía un propósito: ayudar al curado al reintegrarse a la sociedad.

En efecto, en aquella época, los leprosos eran marginados sociales que vivían fuera de la ciudad provocando el espanto al contagio. Eran como muertos en vida. Nadie se ocupaba de ellos. Absolutamente nadie podía tocarlos y ellos no podían tocar a ninguna persona.

El leproso sabía en su corazón Quién era Jesús: "Si quieres, puedes limpiarme". Se acerca a Jesús, superando el legalismo. Jesús, a su vez, también muestra la misericordia de Dios - siempre superior a La Ley-  y no solo se acerca conmovido, sino que además lo toca.

Felices los que superando los legalismos hacen misericordia. Felices quienes están cerca de los sentimientos de Jesús y se acercan, entran en contacto, con el sufrimiento de su prójimo para traerle alivio, consuelo y palabras sanadoras.

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